15 octubre 2006

Respuesta de afectados y afectadas por los olores en el bajo Cadagua a Nieves Teran

(Colaboración externa)

24 de julio de 2010

Nos dirigimos a la Viceconsejera de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, a la vista de que su presencia es especialmente destacada en el denominado Documento Presentación del Plan de Acción y Control de Olores en el bajo Cadagua, de fecha de1 5 de Julio de 2010, difundido por la prensa y la página web de la Consejería del Medio Ambiente del Gobierno Vasco, días pasados. Una vez leído el mismo, queda claro que ni la defensa del medio ambiente, ni la calidad de la ordenación del territorio, ni la salud ni la calidad de vida de vecinos y vecinas, haya tenido ni vaya a tener ninguna primacía, en lo que a la actuación de la Consejería respecta, en el asunto de la contaminación atmosférica del que es objeto.

El documento muestra desde un principio su razón de ser, dado que comienza sentenciando que: “Los episodios de olor han de ser tratados desde la perspectiva de molestias a los vecinos con la tranquilidad de que no hay una constancia de una problemática de calidad de aire que pueda poner en compromiso la salud de la población”. Con esa única pretensión, evita dar detalles sobre la persistencia del problema en el tiempo y la amplitud del espacio. Habla del “último año” y del Bajo Cadagua, sin concretar, tratando de restar importancia al número de los afectados y la entidad de sus afecciones. Al costo social tan a la vista.

A continuación, el documento no niega que “En la zona del Bajo Cadagua en su confluencia con el Nervión, se han recibido, …, quejas vecinales por episodios de olor intensos y desagradables, y otras por producir en algunas ocasiones irritaciones a los vecinos del entorno”. Llega también a admitir la existencia de: “los episodios de olor que ocasionan afecciones a los vecinos de la zona del Bajo Cadagua”. Sin embargo, se omiten los detalles, en atención a la finalidad del documento.

En lo que al posible origen del problema respecta, el documento se refiere a “aquellas actividades económicas susceptibles de emitir olores”, genéricamente. A pesar de su persistencia en el tiempo y de las quejas, parece estar pendiente aún la concreta “identificación de las fuentes y la contribución de las mismas al problema”.

Tras muchos años de dejar hacer, establece ahora el documento que “el primer paso para determinar la urgencia y la magnitud de la actuación es evaluar si estamos ante episodios que suponen un problema de calidad de aire que pueden generar afecciones en salud o nos encontramos ante una situación de molestias producidas por olores”.

Sin embargo, a pesar de que se admiten casos concretos de incidencia de la contaminación atmosférica en la salud de la población, no se requiere ningún estudio sanitario. No se habla mas que de simples episodios de olor, sin aportar ninguna base médica. Queda claro que para el “Plan de Acción” están de sobra esa clase de estudios.

Para justificar la postura adoptada, se argumenta que “la vigilancia de calidad de aire tanto desde el punto de vista del número de estaciones que hay por unidad de superficie, como el número de contaminantes vigilados, se puede considerar como una de las mas exhaustivas y completas de Europa”, concretando que: “Los resultados de estas estaciones de la Red de Vigilancia de Calidad de Aire en 2009 indican que no superaron los límites legales vigentes”.
El documento se limita a describir someramente un sistema control a distancia que admite haber sido incapaz de detectar siquiera los persistentes malos olores, manifestación evidente de una mala calidad del aire, que se producen en la zona desde hace tantos años y menos de establecer el origen de los mismos. Lo mismo en lo que se refiere a la naturaleza de los componentes y los procesos que los causan. En ese sentido, llega a concretar que: “en algunos de los episodios de olor comunicados por los vecinos desde la última reunión del 19 de abril, no se encontró ninguna relación entre los compuestos analizados y los episodios”.

En base a esa incapacidad, el “Plan de Acción” repite literalmente: “que los episodios de olor han de ser tratados desde la perspectiva de molestias a los vecinos con la tranquilidad de que no hay una constancia de una problemática de calidad de aire que pueda poner en compromiso la salud de la población”.

Con estas premisas, resulta muy sencillo predecir el sentido de las actuaciones propuestas, el peso de la participación de afectados y afectadas y el papel que nos asigna ese “Plan de Acción”. Es claro que hay a quien ese “Plan de Acción” le parece satisfactorio. De hecho hemos leído alguna manifestación en ese sentido, porque ese tipo de posicionamientos es el único que disfruta de eco a su favor.

A nosotros sin embargo, que no podemos admitir el papel que nos asigna el “Plan”, nos va a costar mucho hacernos oír. Pero a pesar de todo, tenemos que decir que después de tantos años de aguantar la mala calidad del aire, con todo el deterioro ambiental, urbanístico, social y personal que eso comporta, el “Plan de Acción” nos presenta un futuro sin cambios. Sin cambios hasta que el correspondiente “Plan de Desarrollo” de la zona, que ya se empieza a gestar, subvencione generosamente la desaparición de “aquellas actividades económicas susceptibles de emitir olores”, a base de hipotecar el ordenamiento urbanístico y por tanto la calidad de vida, de todo el entorno. Esas actividades dejarán entonces de ser anónimas y recibirán su compensación por haber acertado a perjudicar tanto.

No queremos seguir sufragando, con nuestra salud, la calidad de nuestra vida particular y social y nuestro dinero, los costes de ese trato injusto. No queremos que se repitan los casos de Lutxana, Bolueta y Zorrotzaurre. Para ello, quizás convendría empezar a gestionar reclamaciones de perjudicados por la contaminación atmosférica en el Bajo Cadagua,...

Una asociación de afectados y afectadas es la mejor respuesta.